Vivimos echándole la culpa de nuestros errores y de las consecuencias de estos mismos a las demás personas, intentandonos safar de buscar una forma de enmendar nuestros propios hechos, nos hacemos las víctimas, nosotros no tenemos la culpa de nada, pensamos, nos mentimos y seguimos en este circulo vicioso de no hacernos cargo de nuestras equivocaciones. Y es por eso que volvemos a caer una y otra vez en lo mismo, tropezando con una piedra que nos hacemos creer que alguien más pone en nuestro camino cuando somos nosotros mismos quienes nos cegamos a no verla, a no cambiar y seguir haciendo lo mismo que nos ha mantenido constantemente en un camino equivocado.
Nos cuesta mucho trabajo aceptar que somos los únicos culpables de nuestra desgracia, somos culpables de levantarnos día a día despreciando la vida que se nos ha otorgado, culpando a las demás personas, aquellas que han decido tomar el control de sus propias vidas, las culpamos de adueñarse de las nuestras, cuando somos nosotros quienes dejamos que nos manipulen, somos nosotros que no tenemos la suficiente valentía de poner un alto, de poner un alto a eso que tanto daño nos está haciendo, movernos, y buscar otro camino, dándole una completa nueva perspectiva a las cosas.
Tal vez lo único que necesitamos es aceptarlo, que la única persona que puede hacerte feliz, destruirte, meterte y sacarte de tantos problemas eres tu mismo, porque mientras tú culpas a otros y te detienes creyendo que alguien ajeno a ti te está retrayendo, hay miles de personas que dia a dia ganan una carrera contra ellos mismos, que admiten sus errores, aprenden de ellos y siguen adelante, sin tantas excusas, tantos peros, tanto drama.
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